Zitarrosa en el Pueblo por siempre

Nació el martes 10 de marzo de 1936 a las 15.00 horas en la Maternidad del Hospital Pereira Rossell de la ciudad de Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay. Hijo natural de Jesusa Blanca Nieve Iribarne.

Cantor, autor y compositor. Guitarrista autodidacta. Fue tambien locutor, periodista y narrador.

A los siete años cantó por primera vez por Radio Monumental de su ciudad natal. En 1958 su libro Explicaciones ganó el Primer Premio de Poesía de la Intendencia montevideana. A fines de la década de l950 realizó su primera composición, la zamba Recordandote.

En los primeros días del año 1960 viajó a Córdoba, Argentina, donde permaneció seis meses. Trabajó en la Agencia de Publicidad Nova, LW1 radio Universidad y LV2 La voz de la Libertdad (actual General Paz).

De regreso a Montevideo, se le cierran las puertas de CX14 El Espectador por su solidaridad con el editorialista de la emisora Vicente Basso Maglio.

En el otoño de 1963, con 26 años y con el dinero que cobró por la indemnización que le pagaron en Radio El Espectador, se lanzó a recorrer una pequeña parte del mundo. Le interesaba, fundamentalmente, conocer América latina. Había leído mucho sobre el padecimiento de los pueblos latinoamericanos y de la explotación que recibían los trabajadores. Su destino final era Cuba. Solo llegó hasta Lima, Perú. Allí se produjo, en febrero de 1964, su debut profesional en un show televisivo que iba en vivo los jueves a las 21.00 horas por Canal 13 (actualmente es el Canal 5). Cantó dos o tres canciones: Guitarrero de Carlos Di Fulvio y su Milonga para una niña. Después regresó a Montevideo a través de Bolivia.

Ingresó como locutor en Canal 4 y tuvo, además, un paso fugaz por las radios Sarandí y Centenario de la capital uruguaya. Al mismo tiempo, se consolidó el artista.

En l965 apareció su primer disco: un “doble”del sello Tonal que incluye Milonga para una niña y El Camba del lado A y Mire Amigo y Recordandote del lado B.

En 1966 grabó Canta Zitarrosa, su primer larga duración, que incluyó clásicos como Milonga de ojos dorados, La coyunda, Coplas al compadre Juan Miguel, Si te vas, No me esperes, Zamba por vos y Gato de las cuchillas.

Al influjo del boom de la música de raíz folklórica que ocurría en Argentina, encabezó junto a otros intérpretes, compositores y autores como Aníbal Sampayo, Daniel Viglietti, Los Olimareños, Ruben Lena y Victor Lima, el movimiento que habría de revitalizar al género en tierra oriental y fundar el Canto Popular Uruguayo.

En 1965 fué invitado al Festival de Cosquín y en 1966 al Festival Latinoamericano de Salta donde obtuvo la Medalla de Plata al intérprete solista.

En 1967 realizó su primera grabación en Argentina. Hacia el final de la década su fama trascendía al ámbito internacional.

A partir del ascenso al poder de Juan María Bordaberry, en 1972, fue prohibido. Zitarrosa era hombre de ideas políticas de izquierda, afiliado al Partido Comunista. El 27 de junio de 1973 se produce el quiebre institucional en la República Oriental.

El 9 de febrero de 1976 se exilió en Buenos Aires y ese mismo año, tras una prolífica etapa artística y en vista del deterioro de la situación política, en España. El golpe de estado en Argentina se produjo el 24 de marzo de 1976.

En 1979 se radicó en México, país por el cual ya había realizado dos exitosas giras. Allí tuvo una profusa actividad artística y política.

Al debilitarse los gobiernos militares en el Río de la Plata, pudo concretar el nunca abandonado deseo de volver a su tierra. En l983 realizó un impresionante recital en el porteño Estadio Obras y el 31 de marzo de 1984 regresó a Uruguay. A poco se reencontró con su pueblo en otro memorable recital en el Estadio Centenario.

Sin embargo, los duros años de su vida en el exilio y las pocas razones para la esperanza que encontró a su regreso, acentuaron su carácter taciturno y grave y aceleraron sus hábitos autodestructivos.

Falleció el 17 de enero de 1989 en Montevideo. Su repentina pero no inesperada muerte, motivó hondas manifestaciones de dolor en ambas margenes del Plata.







Alfredo Zitarrosa fue El Cantor, por el mandato de su voz, extraordinaria, conmovedora e irrepetible; pero también fue un ser excepcional, profundamente humano –y humanista-, un hombre bueno y tierno, ingenuo y solidario, generoso y sensible, contradictorio en sus facetas oscuras, que -tras una apariencia circunspecta y severa- era un tozudo optimista que le cantó al amor bajo todas sus formas: El amor de pareja, el amor a los desposeídos, a sus semejantes; el amor a la vida, en suma, a la que celebró y en la que siempre tuvo la certeza de que hacía falta, como persona que era. Fue capaz de cantar su amor por un pájaro o por una mariposa, y hasta por una planta, y supo, como expresara Juan Carlos Onetti, llegar al público y hacerlo sentir.

Fue un defensor acérrimo de sus convicciones, que partían de la base de que toda persona, por el sólo hecho de nacer, tiene derecho a una existencia digna. Asumió un compromiso ineludible con su tiempo, su clase y su pertenencia social, a través de sus ideas, llevadas a la acción política como militante activo y sostenido en el tiempo, con una congruencia entre la proclama y los hechos, que es muy difícil de encontrar en figuras de raigambre popular.

Su talento como creador le permitió llegar instancias de inspiración tales que dieron como resultado canciones plenas de valores poéticos y musicales, con una rara correspondencia entre texto y melodía, cargadas de belleza, que reconfortan y agradan al espíritu de quien las escucha, sirviéndole de consolación.

Cantó como todos quisiéramos cantar. Y lo hizo de una manera definida e inconfundible, creando un estilo, lo que lo transformó en el símbolo, no sólo de su país sino de toda una región, la América Morena como solía llamarla, y, como consecuencia de ello, se constituyó en una figura de trascendencia universal.

Recibido con una imponente manifestación popular al regreso de su forzado exilio; desaparecido prematuramente a la edad de 52 años; transformado en referente insustituible para sus contemporáneos y las generaciones venideras de músicos y otros artistas populares; respetado por todas las corrientes de opinión; venerado por quienes lo acompañaron en su labor artística y por los que siguen su legado; constituido en uno de los más altos exponentes del patrimonio musical y cultural de su tierra; su canto, su ejemplo de vida, su actitud militante irrenunciable, perduran en el tiempo y proyectan una luz cada vez más intensa y abarcadora.

Osvaldo Butorovich
Director del cancionero de Alfredo Zitarrosa

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